Agarraste tu hatillo,
me miraste al soslayo,
dijiste: ¡Chau uruguayo!
y allí quedé... sin un “brillo”.
Me quedé en mi “castillo”
en el medio de la Villa.
Te dije: ¡Ancha es Castilla!
¡mas lloré como un chiquillo!
La gitana se me fue
por ande había venido...
¡Yo no me quejo!
Esto ha sido
¡darme lo que he merecido!
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Des Kisio
Abad Mitrado de Sta. Eufemia de Trasmunde
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