lunes, 30 de abril de 2012

sábado, 28 de abril de 2012



De los tiempos de
Nandofeles



viernes, 27 de abril de 2012



DE UN CERCANO AYER: 
 A CORUÑA

Palacio Municipal da cidade, en la Plaza de María Pita



12 de enero de 1947

ELOGIO DE LA CORUÑA


Por Ramón Suárez Picallo

En “La Hora” de ayer, la UP, su gran agencia informativa, anuncia una ola de crímenes en La Coruña, provincia natal del General Franco y capital indiscutible de Galicia.

Efectivamente, en menos de 48 horas hubo en su territorio cuatro asesinatos, con circunstancias especiales: Jesús Villar, industrial, fue asesinado junto a la aldea de Cambre, distante unos treinta kilómetros de la ciudad. Jesús Villar que era falangista y había formado parte de los piquetes de Falange encargados de ejecutar de noche, en escampados y baldíos a centenares de republicanos en la estación ferroviaria de Curtis, fue liquidado a tiros. Curtis es un pueblecillo del Distrito de Azúa, donde se concentra el tráfico de autobuses al interior de Galicia, sobre la vía férrea Coruña–Madrid. Al estallar la guerra civil, un grupo de personalidades republicanas que iban de Madrid a La Coruña, fue detenido en Curtis. Iban en él, abogados, médicos, industriales, diputados a Cortes, Jefes de Diputaciones, provinciales y varios alcaldes de villas y ciudades. Todos los detenidos fueron fusilados a los pocos días por los sublevados franquistas acusados de rebelión militar.

En el pueblo de Cee, partido judicial de Corcubión, a la caída del río Tambre y a la sombra del Pindo, el monte sagrado de Galicia, fue liquidado a tiros el encargado de la empresa de autobuses. Antonio Guillén. Cee es un pueblecito encantador de pescadores y labriegos. Y tenía además, una fábrica de carburo en la que trabajaban varios centenares de obreros, pertenecientes al Partido Socialista Obrero Español y a la Unión General de Trabajadores.

También al estallar la guerra la empresa Guillen reunió todos sus vehículos y los puso al servicio de la Falange Española, para que realizaran en Cee una “Incursión punitiva” que dio por resultado muchos muertos, fusilados con juicios los unos y “paseados” los otros.

En Mesía, pueblecito del distrito de Carballo, fue, igualmente muerto a tiros el ex alcalde Antonio Mosquera. Al proclamarse la República hubo en Mesía una pequeña revolución popular sin efusión de sangre; perdieron el dominio allí los viejos caciques que se habían enriquecido en tiempos de la monarquía, comprando bienes del clero en los tiempos de Mendizábal; la justicia, las obras públicas, el Municipio y los tributos habían caído en sus manos y lo administraban todo con criterio feudal, entre sus paniaguados . La República barrió con ellos. Pero, al producirse la Guerra Civil, volvieron a recuperarlo todo, después de haberse cometido en aquella comarca hechos espeluznantes. Antonio Mosquera fue el primer alcalde de la insurrección, separado más tarde de su cargo por haber utilizado en provecho personal –sin dar parte a los otros– los frutos del “glorioso movimiento”.

Tales las víctimas de los sucesos de La Coruña, que destaca la información de ayer de la U. P., publicada en la sección cables “de La Hora”. Y tal es el lugar y las circunstancias del tiempo y paisaje y condición humana que las rodean, según nuestro directo conocimiento.


¿BANDIDOS?

Habla la información que comentamos de una “banda de atracadores”, o bandoleros, que obraría de acuerdo en puntos que distan entre sí más de trescientos kilómetros. Pero agrega que “ciertos observadores” suponen “motivos políticos” como móvil de tales hechos que tienen alarmada a toda la provincia que equivocadamente llaman ‘El Caudillo’ porque en una de sus ciudades –El Ferrol– nació en General Francisco Franco Bahamonde.

Por nuestra parte no vacilamos en inclinarnos del lado de los agudos “observadores”. Véase el por qué. A Coruña, ciudad capital de la provincia del mismo nombre, hermana mayor de las otras tres que forman Galicia: Ourense, Lugo y Pontevedra, tiene una tradición heroica, liberal, republicana y verticalmente independentista. Una mujer María Pita, la defendió de las furias de Drake; otra mujer, Juana de Vega, Condesa de Espoz y Mina, aya de Isabel II, hizo de su casa asilo de la libertad contra el absolutismo de Fernando VII y de los carlistas; frente a los cien mil hijos de San Luis, resistió A Coruña, sitiada por los cuatro costados, protegió la insurrección contra el dictador Narváez y coronó poeta a Curros Enríquez, cuando tenía encima una condena “por escarnio al dogma”. Caída la primera República, A Coruña, que fuera su mejor sostén, tuvo ayuntamiento republicano durante 27 años. Su palacio Municipal es el único de toda España que no tiene ni tuvo antes corona real ni flores de lis.

Al proclamarse la Segunda República, A Coruña fue un baluarte del régimen; de los 17 diputados que le corresponden por su censo electoral, 14 eran republicanos. Al estallar la guerra civil cayó en poder de los insurrectos franquistas, por causas políticas y militares que no es del caso examinar aquí. Dos generales, un almirante, cien médicos, más de 200 abogados y 15 mil obreros, marineros y campesinos, fueron fusilados allí por haber defendido la República. En el primer grupo cayeron el Gobernador Pérez Carballo, abogado; y su esposa de 24 años, doctora en Filosofía, fue asesinada después; el Alcalde Suárez Ferrín, comerciante; el Diputado Manuel Guzmán, millonario; el secretario del Ayuntamiento Martín Martínez, profesor y abogado; Mazariegos, banquero y así sucesivamente, sin contar los líderes políticos, sindicales y los generales Caridad Pita y Salcedo con el almirante Azarola, ejecutados en el Castillo de San Antón, donde en la época del terror Fernandino, fueron ultimados el general Porlier y Sinforiano López, diputado a las Cortes de Cádiz.

Esta es una brevísima semblanza política de A Coruña en la que, a nuestro juicio debe buscarse la entraña, la médula y la raíz, de los hechos a que venimos refiriéndonos, dados a conocer por la United Press.

¿Bandidos? Tuvo uno famoso A Coruña: Toribio Mamed Casanova, natural de Ortigueira, que anduvo en romances de ciegos y papeles de ferias y romerías a comienzos del siglo. Mató siete guardias civiles, dio gran susto a ricachos desprevenidos, y ayudó, en sus faenas, a carreteros y campesinos. Estuvo condenado a muerte tres veces y las tres salvó la pelleja; penó veinte años en Ceuta y murió, hace poco, estando ya libre, como un pacífico vecino del relleno y de los Cantones en la hermosa ciudad de A Coruña.

¿Qué allí nació el Generalísimo? Cierto. Pero también nacieron Pablo Iglesias, jefe del Socialismo español; Concepción Arenal, la insigne penalista, Rosalía de Castro, Eduardo Pondal, altísimos poetas; José Canalejas el gran liberal; Novoa Santos el Gran Médico republicano, con cien sabios más de Compostela: Valle Incián y Fray Pedro, el autor de la “Salve Regina Mater”.

Viejo cantil noroestano, con los cabos Finisterre y Ortega y su fenicia torre de Hércules sobre el Atlántico, es el estribo de la Europa atormentada hacía esta América, que grita su angustia como puede; con oraciones o con versos, con gestos de martirio y otras veces con ruido de tiros de pistolas. Según el medio de que pueda disponer.


(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile, o 12 de xaneiro de ... 1947)
(Tamén aparece na antoloxía de LA FERIA DEL MUNDO, páxinas 261-264, editado polo CCG no ano 2008)



EMIRATO DE "VACA MUERTA"





jueves, 26 de abril de 2012


No hay portero ni vecino...



miércoles, 25 de abril de 2012

URUGUAY - DEMOGRAFÍA

Estela Mary Pita, nacida en Uruguay, pone su mano en el corazón durante una ceremonia de naturalización en Estados Unidos. Ella es una de las 600.000 personas que han salido del país, desde 1963.

Estela Mary Pita, naci

                                         


¿Se exEtinguirán los 

uruguayos?

Jorge Barreiro
Montevideo (Uruguay)
Dos recientes investigaciones realizadas en Uruguay llaman la atención sobre los problemas demográficos que enfrentará el país en las próximas décadas, si el gobierno no emprende políticas activas para modificar las actuales tendencias en materia de población. Una es la investigación colectiva "Demografía de una sociedad en transición", de la Facultad de Ciencias Sociales, y la otra es "La población del Uruguay en las próximas décadas", de Juan José Calvo y encargada por la oficina de Naciones Unidas en Montevideo.
A la pregunta qué tanto preocupa a los uruguayos y que titula estas líneas, los autores responden con un rotundo 'No'. Sin embargo, ambas investigaciones concluyen en que la sociedad uruguaya se verá enfrentada en las próximas décadas a serios problemas sociales y económicos si las actuales tendencias demográficas se mantienen inalteradas.
Para llegar a semejante conclusión es necesario hacer referencia a las particulares tendencias demográficas de este país en la segunda mitad del siglo XX, al menos en el contexto latinoamericano y de los llamados países "en desarrollo".
Uruguay experimentó tempranamente en el siglo XX lo que los expertos llaman la primera "transición demográfica", es decir el descenso de las tasas de fecundidad y mortalidad (uno de cuyos resultados es el envejecimiento de la población). La primera por razones educativas y culturales y la segunda como consecuencia de las mejoras sanitarias, que aumentaron la expectativa de vida. Sólo Cuba siguió una evolución similar en el contexto latinoamericano. Entre los años 90 del pasado siglo y la primera década del siglo XXI se estaría operando en Uruguay lo que se denomina la "segunda transición" demográfica, que vino a sumar a la primera la inclinación a una mayor autonomía y realización individual propia de las sociedades posmodernas, y que entre otras cosas supuso la postergación de la edad de matrimonio y del primer hijo, el celibato permanente, el incremento de los divorcios.
Las últimas estadísticas disponibles antes de la realización de ambas investigaciones indican que el número de nacimientos se redujo 19% en la década 1996-2006 y que la tasa de fecundidad se ubica en 2,08 hijos por mujer, es decir equivalente a la tasa mínima de reemplazo. La demógrafa Adela Pellegrino asegura que esa tasa de fecundidad ya es inferior a la de reemplazo, es decir que la población no tiene la capacidad de sustituirse a sí misma.
Uruguay ya es el país más envejecido de América Latina y el de más bajo crecimiento demográfico después de Cuba. Crece a una tasa de cinco por mil, es decir que la población se incrementa en 16.000 a 18.000 personas cada año... menos que el número de uruguayos que emigran cada año, según las 'no del todo rigurosas' estadísticas oficiales.
La estructura de edades y la tasa de fecundidad del Uruguay es una auténtica excepción en América Latina y se asemeja más bien a la de los países más desarrollados como muestra los cuadros adjuntos, que además dan cuenta de las proyecciones futuras, que sugieren una intensificación de la caída de la natalidad y del envejecimiento de la población, con los consiguientes problemas sociales y económicos.
noticia
noticia
Uruguay ha seguido, como puede apreciarse, una evolución demográfica más parecida a la de los países más desarrollados del planeta. Pero a pesar de que las proyecciones señalan que en ellos la estructura de edades será en el futuro próximo una cuestión más problemática que en este país, no se han disparado allí las alarmas que parecen estar aquí a la orden del día. Es que en Uruguay hay que agregar a los fenómenos descritos, una emigración sin parangón en términos relativos. En Europa, por el contrario, el envejecimiento de la población ha sido en parte amortiguado por una tendencia opuesta: la recepción de inmigrantes jóvenes.
Al menos desde la década de los 60 del pasado siglo, Uruguay se ha convertido en un país de emigración. La partida al extranjero es una característica estructural del país que ya no depende de los ciclos económicos. Incluso en períodos de bonanza económica y caída del desempleo, los uruguayos se han seguido yendo del país.
Se calcula que entre 1963 y 2006 se fueron del Uruguay unas 600.000 personas, de las cuales retornaron algo más de 120.000. Estas cifras pueden resultar más significativas si se tiene en cuenta que Uruguay tiene 3,3 millones de habitantes. Es decir que algo más del 15% del total de uruguayos vive fuera del país. Si se contaran sus hijos nacidos en el exterior, la cifra es espeluznante. Es como si siete millones de colombianos o cinco millones de argentinos vivieran fuera de sus países. En el contexto latinoamericano Uruguay es uno de los países con mayor porcentaje de emigrantes. En la última década dejaron el país unas 15.000 personas por año, según datos no muy rigurosos, lo que supone prácticamente la misma cantidad que el crecimiento anual de la población.
Pero el tema de la emigración adquiere aún más relevancia si se tiene en cuenta que los emigrantes son más jóvenes que el promedio de la población. Según el análisis de los datos sobre la emigración del período más reciente (2000-2006), más de la mitad de los uruguayos que partieron al extranjero tenían entre 20 y 30 años al momento de irse. Parece innecesario señalar que este rasgo de los emigrantes acentúa a su vez los problemas demográficos del país, porque en esa franja se encuentran quienes están en edad reproductiva.
Las investigaciones no confirman, sin embargo, la extendida presunción de que esos emigrantes tienen un nivel educativo superior al promedio de la población uruguaya: las categorías profesionales universitarios y personal directivo representan el 9,8% de todos los emigrantes, contra 14,7% en la población uruguaya en general. No obstante, la gran mayoría de los que partieron no pertenecen a los estratos más pobres de la sociedad ni a la población estructuralmente pobre, sino que se trata de personas a las que la crisis de principios del milenio redujo sus ingresos o empujó por primera vez a la pobreza. Un dato significativo es que si bien el 40% de los emigrantes alega haber tomado ese camino por "falta de trabajo", otro 25% alega que se fue por tener "bajos ingresos".
Dado que la emigración en Uruguay abarca en mayor medida que en otros países latinoamericanos al núcleo familiar, los envíos de remesas no son de la magnitud ni la importancia que tienen en otros países (incluso en términos relativos). De modo que hay que señalar que para la sociedad uruguaya, los inconvenientes de la emigración superan con creces los beneficios.
Calvo insiste en que no se trata, como pretende una visión acomplejada que suele acompañar a las sociedades pequeñas, de alcanzar un número determinado de habitantes (¡un Uruguay de seis millones de habitantes!, por ejemplo), sino de "alcanzar metas cualitativas: la equidad, la creatividad, la capacidad de incorporar innovaciones, la calidad, la diversidad, el cosmopolitismo". Las personas no deberían estar sometidas a planes estatales de crecimiento o recibir estímulos económicos para tener más hijos, sino que "deberían poder elegir el tipo y tamaño de familia deseado, en decisiones libres e informadas".
"Las personas deberían poder ejercer el derecho a vivir en las localidades de su preferencia y las migraciones, dentro y fuera de las fronteras nacionales, no deberían estar motivadas por la limitación a los horizontes de oportunidades". Sin ir más lejos, la tasa de fecundidad de las uruguayas no es uniforme: hay parejas pobres que tienen más hijos de los que desean y otras de estratos medios que tienen menos de los que quisieran.
Lejos del catastrofismo, las investigaciones llevan tranquilidad a los espíritus patrióticos: los uruguayos no vamos a desaparecer (hoy uno de cada 2.000 habitantes del planeta es uruguayo y en 2050 será apenas uno de cada 2.500, pero no nos extinguiremos). No obstante, advierten que de seguirse el rumbo actual, llegaremos a un crecimiento nulo o incluso negativo, con todas las consecuencias que ello acarreará.
LOS MACANUDOS...



martes, 24 de abril de 2012

lunes, 23 de abril de 2012

domingo, 22 de abril de 2012

KRISTINA... CAGANERA   

sábado, 21 de abril de 2012

BOTSWANA
.
ASAMBLEAS TRIBALES 
DE PROBOSCIDiOS



A lo largo y ancho de toda la sabana botswana,
se están desarrollando estos días, Asambleas de elefantes, para debatir la viabilidad de presentar ante el Alto Tribunal Internacional de Justicia de la La Haya, una demanda contra
cualquier Majestad que atente contra los Derechos Humanos de los humanos a tener elefantes vivos. 

Se espera que de la población total de elefantes radicada en Botswana, cifrada en doscientos mil individuos, únicamente se abstendrán de firmar la reclamación, el 1,5%, por no saber leer ni escribir en ingles.

Los elefantes de todos los Circos y Zoológicos del Mundo han declarado una huelga de orejas alzadas y amenaza de no hacer más el oso
si no cesan de inmediato, tanto los furtivos como las Majestades, de tirar tiros contra
sus hermanos, primos, cuñados etc... de la sabana africana.

Se informará... si se tercia.


viernes, 20 de abril de 2012

jueves, 19 de abril de 2012

EL MONARCA



"Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"

Se me ocurre que esta frase que proviene de lo más profundo de los pozos del tiempo…. es la más hipócrita y perversa
de las que a ha inventando el hombre para sustraerse del bochorno de sus liviandades.
Es el típico tópico usado en ambos trópicos, sobre todo en el de Capricornio,
tras una desventurada aventura en desvencijados lechos, al amparo de las lejanías…y las aviesas miradas de súbditos insatisfechos.

Dicen los lenguaraces que esas mismas palabras eran las que pensaba dirigirle Caín al Señor de las Alturas, cuando fue apremiado a dar explicaciones sobre el paradero de su hermano Abel.
¡No las pronunció…!
¡Y así le fue! ¡La soberbia lo perdió…  Sufrió el destierro!.

"Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"

Según INDEA (Instituto Nacional de Estadisticas Aviesas), eso mismo le dijo Napoleón Bonaparte a su esposa Josefina Martinica, ciento veintitrés veces en el transcurso de un sólo año.

Giacomo Girolamo Casanova, se lo dijo, al menos, una vez, a cada uno los tres mil cutrocientos sesenta y dos maridos a los que puso los cuernos en el verano de 1850, a bordo de tres mil cuatrocientas sesenta y dos góndolas venecianas, cuando una por vez... hubiera sido más que suficiente.

Salvo el nuestro, no se tiene noticia de ningún otro Monarca que haya pedido disculpas por haberse descaderado en Bostwana.  Si alguno hubo… se calló
la boca, sin reconocer jamás que los reyes tienen a veces, veleidades de plebeyos, evitando así que alguien les espete un horripilante: ¿Por qué no te callas?

A Doña Sofi, esas disculpas de su regio consorte, según los lenguaraces, no le vinieron de nuevo. Dicen que eran el pan nuestro de cada día… todos los días, y por eso, sólo por eso y por nada más que eso... se fue al Peleponeso… porque supuso que es preferible pan con queso
que palabras vanas nacidas de un tropezon en los matorrales de las  Bostwanas.

"Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"

Yo también, una vez, le recité esas palabras a mi mujer…. ¡No volverá a ocurrir!
¡Y no ocurrió!
¡Nunca más se lo dije!

Des Kisio                        


martes, 17 de abril de 2012




CRÓNICAS OBSOLETAS
 DE REDOTA



Apuntes histéricos futuribles.

Caducado el Reinado del Rey Don Velas I, se ha proclamado por voluntad propia, “per se” y “ante se”, nuevo Rey de Redota, Don Fernando Muñoz, alias Nandofer y Joete, antes Agente desarmado en Borros City.  El nuevo Monarca reinará con el nombre de Karallus I, de la Dinastía Karallote.

Sus antecedentes políticos e intelectuales, son relevantes.  Émulo del Sun y gran amigo del celebrado Inventor, nuestro Rey, se destacó en el campo de la Inventiva, con la creación de subproductos de gran éxito comercial, como el hilo argumental,
el matrimonio de facto y los “quids” de las cuestiones. En su carrera militar obtuvo
brillantes éxitos, sobre todo en la” sonada asonada” de Pollatus Morracensis, donde obtuvo resonantes victorias, merecedoras del título de “Héroe de las Pololas”. Un  gigantesco monumento en bronce, obra del genial escultor Benedetto de Ventimiglia, ha sido erigido con fondos colectivos, en la Plaza del Nuevo Orden de Villa  de Borros City.

La Capital del Reino, ha sito trasladada a la Malagueta.

El nuevo Reino será dividido en dos Virreinatos:

1.- Virreinato Béti - Penibético Sur.
Comprende todo el territorio de Al Andalus, con la inclusión de Alhucenas, Cormorán y Perejil. Serán devueltas a sus dueños, la Alhambra, la Giralda y la Torre del Oro. Las Bodegas de Jerez serán nacionalizadas, así como todos los campos de Doña Maria Juana la Loca. Almuñécar y Mojácar serám declarados pueblos. Capileira, Pampaneira y Ferreirola, serán cedidos a sus dueños galaicos, siendo la Alpujarra nominada como Lugar Agreste, Rupestre y Ecuestre.

2.-Virreinato Galaico. Comprende toda la Galicia actual.  Su Capital será establecida en Morrazuco de los Picos Altos  Se incluyen las Islas Atlánticas, Cies, Ons, Sisargas etc. asi como la Isla de San Borondón, cuando asome la cara.

Ambos Virreinatos, en consideración a la distancia que los separa, serán unidos por hilo musical.  En ambas demarcaciones, todos los martes, se repartirán a la población, butifarras y chorizos cantimpalos a discreción.  Servicio de Cartas Abiertas y Reclamaciones a Anfitriones, totalmente gratuitos.  Se restituirá el uso de la letra “K” al idioma galaico y en el andaluz, será definitivamente eliminada la última letra de cada palabra, de forma oficial.  La “mujer” será “mujé”- de una vez por todas - y el “ayer” será el  “ayé”… a partir de hoy, para mañana y para siempre….

En Galicia las “H”, dado que el Virrey Pollo, jamás ha sabido colocarlas en su lugar, serán suprimidas, aniquiladas, encapsuladas en contenedores de acero sin óxido y arrojadas al mar en el Gran Sol.

Se abrirán  Guarderías en todos los barrios para cuidar los gazapos de todos los redoteros y a nuestro Rey Karallus, se le concederá el Premio Nobel de la Paz,
 de la misma manera que se hizo con la Menchú.

Como tachero de profesión, nuestro Monarco, ha dispuesto, en homenaje a todos sus excolegas, que los usuarios de taxis paguen lo que marca el taxímetro como propina, y lo que antes era la propina pase ahora a ser la parte que le corresponda al propietario del vehículo.

Las carreteras serán sin curvas..  Se enderezarán antes de usarlas. Las escuelas se cerrarán para evitar que los niños se civilicen y la Inteligencia, el que la tenga, no deberá hacer ostentación alguna, Sopena editorial.

Seguiremos informando del cúmulo de medidas que se aplicarán en esta Nueva Era, donde la “carallótica” será el recurso vital de nuestra Sociedad.

(Del Diario Oficial de Mazarruco de los Picos Altos)

O’Celedonio


lunes, 16 de abril de 2012

XAN QUINTO


J.A.DURÁN

Crónicas: BANDOLERISMO: LA LEYENDA DE XAN QUINTO


Realizando la recogida directa de cuentos y tradiciones populares gallegas en las comarcas arosanas, especialmente en tierras del Barbanza, me encontré con no pocas sorpresas. La interrelación con las localizadas con anterioridad en las comarcas del Umia, una de ellas. Al calor de una cocina antigua una mujer de edad recitó esta estrofa:
Soy Juan Quinto,
Gran ladrón de Andalucía,
Que a los ricos robaba
Y a los pobres socorría.
El recitado, hecho en lengua castellana, con el geismo dialectal del lugar, recuerda demasiado las famosas coplas de Diego Corrientes y de otros sonados bandoleros andaluces. De ser verdad cuanto se de su leyenda, Xan Quinto no pisó jamás otro suelo –real o imaginario- que el de las comarcas arosanas y galaico-compostelanas de la antigua provincia de Santiago. Pero si hay o no hay confusión en este recuerdo, no deja de ser significativa la copla, puesto que la leyenda de Xan Quinto (ladrón/bandido/bandolero de la clase de los generosos) viene al hilo de las mejores tradiciones andalucistas del genero, sin dejar por ello su peculiaridad, su genio y su figura de gallego a la altura de las circunstancias.
La “historia”, casi desconocida fuera de su ámbito, puede permitirme, a la par que el placer de contarla (y, espero, de leerla), la toma de contacto con un estilo muy común de narración popular aldeana. Un realismo cultural, aparentemente crédulo, finalmente fatalista y hasta escéptico, que pareciendo situar con precisión topográfica las figuras en familia, en espacio y en tiempo, desestima, al fin, todas las coordenadas, dejándose llevar de la lógica y de la riqueza expresiva de la propia historia. Un recurso que, al hacer pasar la leyenda por realidad, convierte en imaginario el propio realismo.
Si fuera correcta la interpretación que hago del mecanismo, no dejará de verse sabiamente aprovechado para la alta cultura por hombres del país de tanta notoriedad como Valle-Inclán o Castelao. Enraizados en el horizonte de donde brotan las tradiciones populares de sus gentes, nunca se limitaron a recrearlas. Como creadores, contribuyeron a su enriquecimiento al hacer uso selectivo del recurso.
La estampa del personaje
En la leyenda de este personaje no encontré historias galantes y los narradores prescinden de la belleza en su descripción. Se destaca, sin embargo, su estampa: “un hombrazo”, dicen resumidamente. Alto como un castillo, liviano como un “vimbio” (mimbre), fuerte como un “carballo” (roble). Operaba en cuadrilla, siendo normal que el narrador incluya en ella bandidos y ladrones famosos de sus lugares. En este caso, es a éstos a quien atribuye el plus de violencia innoble que en los sucesos acaezca. También hay apariciones heroicas e ingeniosas en solitario. Son, incluso, las que colorean la mayoría de los relatos por mí recogidos. Asaltaba, sobre todo, caminantes, para robarles. Caía especialmente sobre gentes trajinantes, con aquel comercial, que movieran dinero (arrieros, buhoneros, “mandadeiras”, tratantes de ganado, recaudadores, paisanos ricos que van o vienen del ferial). También asaltaba los carromatos del transporte y, en veces sucesivas, con reiteración impenitente, saqueaba pazos, grandes casas y rectorales. Los métodos de trabajo, muy a la altura de aquellas circunstancias, eran en extremo ingeniosos, siendo su ley la de que si pobre resultara el asaltado, le devolviera con creces —antes o después— el “capital” sustraído; pero eso sí: siempre que no mediara resistencia. En este caso, respondía con violencia súbita, llegando incluso a darle muerte.
Cuentan, por ejemplo, que en cierta ocasión cayó —en el Alto de Bexo— sobre un pobre aldeano que marchaba a la feria de Padrón para comprar un par de bueyes:
—Alto ahí. Soy Xan Quinto. Entrégame los cuartos que lleves. Te los devolveré.
—Ay, señor!, hácenme falta bueyes y voy a su compra. Fácil puede enterarse de que no son para negociar. Son para trabajar.
—Tú, ahora, me das los cuartos, sigues a la feria y haz por encontrar los mejores ejemplares del ferial.
Pasado el trance. El paisano observa cuidadosamente el genero del ferial. Xan Quinto reaparece:
—¿Hiciste cuanto te dije?—Hice, señor. Pero cuestan mucho más de lo que yo traía...
—¿Cuales son los bueyes?
—Tales...
—Esto que te doy ha de serte suficiente. Ve y cómpralos.
Realizada la operación, pagados los bueyes, Xan Quinto (ante testigos) se encara a un tiempo con el labriego y el tratante:
—¡Chée! ¡Soy Xan Quinto!. Tu vete con los buyes, que a buen precio los pagaste. Tu, ladrón, dame lo que te pagó este hombre.
Pero ni esta seguridad de la devolución parecía tranquilizar a las gentes. Las vendedoras rianxeiras de pescado, pobres andadoras de muchas leguas diarias, rezaban al acercarse a los cruces de caminos, entre otras oraciones, algunas dedicadas a que Dios las librara de Xan Quinto.
Todas estas historias detallan nombres, lugares, personas, pelos y señales, estando el personaje muy a la altura de sus miserables circunstancias. De ahí, creo yo, la riqueza de variantes, la ingeniosa serie de acciones atribuidas a este héroe, que, azuzando la imaginación del contador, podía hacerse pasar por lo mas normal. El horizonte de tensión y violencia entre clases, habitáculos y personas, era tan común en la sociedad tradicional (gallega) que los circunloquios resultaban innecesarios para los oyentes (aunque acaso no lo sean tanto para quienes participen, incluso hoy, de la versión esencialista, romántica, aún circulante, donde se enfatiza tan sólo la armonía idílica de las gentes aldeanas, cuando no su apacible doblegamiento). Esta singular visión, muy de folkloristas, contrasta fuertemente con la óptica tradicional y con las mismas noticias de la prensa más superficial e interesada: la de los diarios de la época. Así, aún en el siglo XVIII, gustaba Feijoo de recordar las descripciones de la violencia gallega que hiciera Silvio Itálico o Estrabón, pongo por caso, al referir la violencia de él contemporánea. Además, los mismos esclavos tienen sus sueños de libertad.
Algo más de la ambientación
Las historias españolas de bandidos, ladrones y bandoleros debieran utilizar profusamente el bello libro de viajes de Borrow, buena prueba de que la geografía del bandolerismo español desborda ampliamente las comarcas andaluzas. En este sentido, el viaje de don Jorgito el ingles es capital para situarnos en el horizonte decimonónico del bandolerismo gallego. Para la fama general de aquel tiempo (1824), los caminos de Galicia estaban “infestados de ladrones y carlistas que cometen todo genero de atrocidades”. Borrow describe la función y la “bárbara hermosura” de los migueletes, bandidos “renegados” o “arrepentidos”, según se mire, utilizados en la limpia de antiguos colegas, veinte años antes de la entrada en servicio de la Guardia Civil. El mismo testigo estuvo a punto de caer en manos de ladrones a poco de aventurarse a hacer ruta sin escolta. Presenció también, aterrado, otra práctica habitual: al borde de un camino, “tres horribles cabezas clavadas en sendos palos”, que fueron de “un capitán de ladrones y dos cómplices suyos, apresados y ejecutados dos meses antes. Su principal guarida eran las inmediaciones del puente; tenían por costumbre arrojar los cuerpos de sus victimas a las profundas y negras aguas que corrían impetuosas por debajo”.
Aquellas tres cabezas —nos dice Borrow— no se borrarán jamás de mi memoria, particularmente la del capitán, puesta en un palo mas alto que el de las otras dos: sus largos cabellos ondeaban al viento, y las facciones, ennegrecidas y torcidas, hacían, bañadas al sol, una mueca burlona.
Conviene prestar atención al realismo de la realidad (terrible tanto en los bandidos como en sus perseguidores—, que hace más temible el de la fantasía.
Aún en las primeras décadas del siglo XX, las parroquias gallegas, tan diseminadas en general, escondidas entre una vegetación de notable exuberancia, vivían muy de lejos la presencia de los civiles. Cuando comparecían, más de una docena de veces ellos mismos fueron objeto de asalto, sin salir de mi fichero. Sobre todo lo pasaban mal cuando se atrevían a injerirse en las violentísimas practicas tradicionales de mozos, caso de las reyertas interparroquianas. También eran del día a día, las acciones de partidas. En los últimos años hubo pocas aproximaciones a este asunto. Al margen de casos aislados (Mamed Casanova), tan solo algunas figuras legendarias, como Pepa a Loba, merecieron la atención de los escritores del país, nada entusiasmados por las acciones que daban de comer a ciegos y copleros populares y prestigio local a la mayoría de los viejos o a los contadores especializados de las aldeas. Aún, por volver a los ejemplos de mi ultima recogida, al relatarme las andanzas de Xan Quinto por tierras rianxeiras, salieron a la descripción una larga serie de ladrones que alcanzaron fama o notoriedad (Navallas, Latovas, o Granadero de Vilas, o Cajicho de Asados, Barreiro, etcetera). Incluso la toponimia registra el lugar de Salto Ladrón, en la desembocadura del Ulla, en tierra de contrabando y bandolerismo típicos. Otero Pedrayo (nacido en 1883) cuenta que “en Galicia, muchos ladrones gastaban sombrero calañés y traje corto a la andaluza”, que “no hay a lo largo del siglo XIX, hasta bien establecida la Restauración, pazo, rectoral, ni venta no asaltada, casi siempre con énfasis de valentía y exceso de crueldad”.
Es decir, que el tema de los ladrones y bandoleros es de los que un contador realista prefiere para describir una historia que, al fin y a la postre, es legendaria, hija de su propia imaginación o de la cultura de sus “viejos”. Veamos esto en el caso que nos ocupa.
El lugar y el tiempo
“Xan Quinto era do Araño”, reiteran las historias en las comarcas rianxeiras. “¿Como do Araño? ¡Era da parte de Palmeira, coño! “, me juran otros narradores del Barbanza. “De Cambados”, me dijeron en la otra ribera de la ría... Valle-Inclán, que canta sus andanzas por el Salnés, escuchó de labios de la vieja Micaela, que era de Bealo:
-Era de buenas familias. Hijo de Remigio de Bealo, nieto de Pedro, que acompañó al difunto señor en la batalla del Puente San Payo. Recemos un Padrenuestro por los muertos y por los vivos.
“¿Usted conoció a Xan Quinto?”, se le ocurre a uno preguntar después de una descripción minuciosa de sus andanzas.
“No, hombre, como lo iba a conocer. Estas son cosas de los viejos”, se recibe por respuesta.
“Infinidad de cuentos tienenme contados los viejos de Xan Quinto”, me decía un hombre de unos sesenta anos. “Mucho decían los viejos que hacía y acontecía”, me refiere un anciano de noventa y seis. Valle-Inclán, que andaría hoy por los ciento cuarenta anos, situaba así la ultima versión de su “Juan Quinto”:
Micaela la Galana contaba muchas historias de Juan Quinto, aquel bigardo que cuando ella era moza tenia estremecida toda la tierra del Salnés.
Micaela, nos cuenta el propio Valle, era “una doncella muy vieja” de su abuela, que murió cuando don Ramón era “muy niño”.
Este aroma, siempre traído con el recurso del tiempo atrás, es el que permite contar la historia con el mayor verismo, escondiendo el carácter imaginario que decía. He aquí un ejemplo del que he recogido variantes:
Antón de Devesa, compañero de Xan Quinto, maltrataba a sus hijos y tenía tres amigas en otras tantas aldeas. Por estos motivos, los hijos le querían mal y le iban con el cuento al padrino. El propio Xan Quinto habíale retirado el antiguo aprecio, pues notaba cómo para sostener el vicio robaba y mataba sin ley. Un buen día se presentó en casa del compadre y, en su ausencia, inquirió:
— ¿Dónde va el “viejo”?
— Va con amigas...
Xan Quinto lo aguardó, y al entrar lo derribó de un trancazo. Y les dijo a los hijos:
— Ahora lo rematáis; si no, os liquido como a él.
Y los hijos se pusieron al asunto... Temiendo que el hermano menor pudiera asustarse y cantar después, lo metieron en una “artesa”. Remataron al padre, y, montándolo sobre su caballo, lo enterraron junto al mar, ahí, en la Torre. Y nadie en la aldea echó jamás de menos a Antón da Davesa.
Mas he aquí que pasado cierto tiempo, una vieja loca, que andaba al “argazo” se encontró con una bota. Tiro de ella y le salio una pierna. Gritó:
—iAcudid, vecinos, hay un hombre muerto!
Y allí se descubrió el cadáver y la muerte de Antón. El asunto entró en Juzgados, los Juzgados tiraron de la lengua del hermano menor, que acabó por contar todo lo que había escuchado, yendo sus hermanos mayores a la cárcel.
El narrador termina la historia ofreciendo otros detalles reveladores:
—Si, el hermano menor le contó esta historia a mi padre. Era familia de... Uno de los presos volvió por aquí muy viejo...
Esta misma precisión se da con Xan Quinto. Manteniendo en el misterio la relación con su figura, no dudan los narradores en atribuirles parientes honrados; su padre, su hija, una hermana…
Otros elementos de la “historia”
El miedo y el misterio, que dan el pathos a la mayoría de las narraciones populares galaicas, están en las de Xan Quinto. El bandolero despierta, por su valor y rebeldía, admiración y temor; inspira actitudes de complacencia con el estado de cosas, esperanza en grandes figuras justicieras, en sonadas acciones. Se cuenta, por ejemplo, que dos aldeanos ricos, agraviados con el ladrón por sus reiterados saqueos, se apostaron con carabinas a uno y otro lado del camino. Cuando pasó Xan Quinto, fue tal el tembleteo, que cada uno hirió al otro, sin que el bandido tuviera siquiera que hacer un movimiento.
Cuéntase igualmente que Xan Quinto hacía de la taragoñesa aldea de Ourolo un lugar seguro de asiento, teniéndole ley la gente, martirizada por la tensión tradicional con los aldeanos de Bealo, vecinos suyos con limites muy marcados. Los de Bealo eran temibles en reyertas, formaban un verdadero cuerpo de ejército, invencible de todo punto para los de Ourolo. El famoso bandolero se ofrece a éstos en pago de gratitud, para combatir a su lado. Llegada la ocasión de la pelea, aparece en un alto, armado con el palo consuetudinario, y dando su grito:
—jAy de los de Bealo! ¡Soy Xan Quinto!
La desbandada fue tan inmediata como la crisis del famoso ejército de contrarios.
Mil historias hay en esta línea, en que se dibuja su estampa, se precisa su material de lucha —escopeta, palo, navaja de muchos “estalos”, cuerpo limpio— y se da cuenta de la admiración y del temor que despertaba con su simple aparecer.
Sus asaltos a pazos, grandes casas y rectorales fueron sonados, dando ocasión, una vez mas, a ejercitar el realismo. Prefería foristas o rentistas importantes, el estilo gallego del gran propietario tradicional. He aquí un caso:
En la Brea estaba la casa de don Ambrosio Romero, una casa rica, muy rica: tenia un hórreo de veintitantos pies de lado. Don Ambrosio tenia propiedades en Curés, en Abanqueiro... Era, además, un hombre que metía respeto, fortísimo, y su hijo, otro tanto como el. Y estaban hartos de que una y otra vez les robase Xan Quinto. Así, viendo que aparecía solo, don Ambrosio decidió hacerle frente, y su hijo —que estaba fuera— se encontró de regreso la casa robada y a su padre atado con el pañuelo de la sirvienta..
El bandolero utiliza siempre, sabiamente, la incomunicación interaldeana e interparroquial. En cierta ocasión, se dice, asaltó a un escribano y le hizo firmar un papel para que un gran señor de pazo le entregara al portador determinada cantidad. El propio Xan Quinto cobró el encargo, riñendo para siempre los señores y sembrando entre ellos la discordia. Y el mismo estilo de asaltos a los odiados personajes del Juzgado y del Concejo se repiten en este escape imaginario de las leyendas del personaje. Siempre temido, siempre admirado.
Me contaba el último verano de entonces una gran contadora del Salnés, como muy cerca de su lugar había, en otros tiempos, una venta. Xan Quinto y su gavilla se llegaron a ella e hicieron noche. Los venteros, muertos de miedo, escuchaban la programación de los asaltos inmediatos, temblando “como varas verdes”. Xan Quinto los tranquilizó:
—No temáis. El lobo, donde anida, no come. Y, además, nosotros aún le sacamos algo a los ricos y aún le damos algo a los pobres...
Ciertamente. Estos grandes ladrones de ricos tuvieron siempre mil años de perdón entre las gentes y las narraciones aldeanas. Éstas no sentían lo que ahora sienten tantas veces: verdadera admiración por otros bandidos de chalina que hacen de pliegos y papel sellado un uso que les parecía como tanto o más despreciable. El ratero —pequeño ladrón de pequeñas cosas de pobres gentes— es odiado; el ratero político, que medra por su servilismo con los poderosos, también. El mismo cacique vive su dominio en un ambiente de contraprestaciones, cuya ambigüedad y riqueza simbólica he tratado de describir en otra parte. Pero el ladrón, el gran ladrón, el que vive de las grandes jugadas, no puede ser enemigo para los que nada tienen, por esto lo persiguen papeles y poderosos; es un compañero de viaje, rebelde, terrible, pero compañero al fin, aunque pueda, llegada la ocasión —y no es éste el caso de Xan Quinto— pactar con los poderes y echarse al que dicen ser Camino recto (camino que –como nosotros decimos del Derecho- no es tal, sino retorcimiento).
En los relatos de Xan Quinto se ve bien esta ultima complicación en dos aspectos reveladores que guardan relación con la “honra” y el “valer”. Hijo de buen linaje, en línea con las mejores familias, si no es honrado por la vida que el destino le llevo a vivir, sí lo es por el estilo y el uso que hace del numerario robado. Este héroe de la rebeldía popular, situado en un mundo mal hecho, vive como un malvado su destino de justiciero.
Xan Quinto en la alta cultura
Conozo muy pocos estudios que merezcan tal nombre acerca de este personaje. Chao Espina, cuando pasaba revista a algunos bandidos gallegos, con exceso de moralización muy propia de su oficio, no lo aludía siquiera a titulo de inventario. Tampoco se le aparece a Beatríz López Morán, la mejor estudiosa del asunto. En el mismo plano de la realidad trata de situarlo desde hace años nuestro amigo Xesús Santos, mientras otra amistad de ambos, el inolvidable Borobó, apostaba por la fantasía, hasta el extremo de situar su nacimiento público en la cuadrilla legendaria de Pepa A Loba. Con mucha anterioridad trataron acerca de él Ramón Cabanillas, Leandro Carré y el citado Valle-Inclan. Este último nos refiere la celada final, cuando el ladrón encuentra la horma de su zapato en uno de tantos curas trabucaires como transitan por sus historias de latrofacciosos carlistizantes; pero en otro viejo relato, casi olvidado, me encuentro con que el verdadero artífice de la muerte de Xan Quinto fue un niño lugareño, casi de pecho…
Cabanillas, en Caminos no tempo, trae al héroe popular a una estrofa de su poema (publicado, por primera vez en los anos veinte), “O cruceiro do monte” :
E dende alí ollaban as veredas
e os caminos travesos
coa carabina o lombo,
do paso dos civiles en axexo,
os espias da Loba e de Xan Quinto,
ladrons e cabaleiros.
Valle-Inclán insiste en el tema del honor y el linaje heroico. A propósito de Mamed Casanova —cuando su detención, en 1903—, llegó a explicarnos su actitud de manera franca:
Yo os confieso que admiro a estos bandoleros que desdeñan la ley, que desdeñan el peligro y que desdeñan la muerte. Tienen para mi una extraña fascinación moral.
Valle, que utiliza como fondo la leyenda en su Águila de Blasón. Comedia Bárbara (1907), se encara con ella en 1914. Su “Juan Quinto” se publica en El Diario de Pontevedra el 19 de mayo de tal año. Pocos meses después, pero ya con ciertas variantes, la incluye como narración inicial de Jardín umbrío. Historias de santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones. Desde entonces aparece siempre en este libro y las variaciones de la primera forma en relación a las ediciones hoy circulantes se explican fácilmente por la lógica que Valle da a todos los relatos del libro: ser (en la más pura apariencia) capturas en el recuerdo de aquellas historias que la vieja Micaela le contaba, “mientras sus dedos arrugados daban vueltas al huso”.
* * *
Hace 35 años, cuando preparábamos la edición de esta crónica, pudimos recoger con la mayor normalidad muchas historias de su estilo. Hoy sería prácticamente imposible hacerlo. La cultura televisiva en blanco y negro comenzaba a hacerse masiva por entonces. Hoy sus resultados están a la vista. Ningún comité de U-Sabios podrá remediarlos. Cierto: son demoledores. Pero lo mismo sucede con la cultura académica y la cultura canónica que fue creando la U-Sabiduría burocrática que nos abruma. Falta de curiosidad y atractivo, mimética, demoledora, profesoral en el peor sentido, ¿dónde podríamos preguntar quién fue, en realidad, la Micaela de Valle-Inclán? Una figura construida con la misma alquimia de Xan Quinto.


 José Antonio Durán