viernes, 27 de abril de 2012



DE UN CERCANO AYER: 
 A CORUÑA

Palacio Municipal da cidade, en la Plaza de María Pita



12 de enero de 1947

ELOGIO DE LA CORUÑA


Por Ramón Suárez Picallo

En “La Hora” de ayer, la UP, su gran agencia informativa, anuncia una ola de crímenes en La Coruña, provincia natal del General Franco y capital indiscutible de Galicia.

Efectivamente, en menos de 48 horas hubo en su territorio cuatro asesinatos, con circunstancias especiales: Jesús Villar, industrial, fue asesinado junto a la aldea de Cambre, distante unos treinta kilómetros de la ciudad. Jesús Villar que era falangista y había formado parte de los piquetes de Falange encargados de ejecutar de noche, en escampados y baldíos a centenares de republicanos en la estación ferroviaria de Curtis, fue liquidado a tiros. Curtis es un pueblecillo del Distrito de Azúa, donde se concentra el tráfico de autobuses al interior de Galicia, sobre la vía férrea Coruña–Madrid. Al estallar la guerra civil, un grupo de personalidades republicanas que iban de Madrid a La Coruña, fue detenido en Curtis. Iban en él, abogados, médicos, industriales, diputados a Cortes, Jefes de Diputaciones, provinciales y varios alcaldes de villas y ciudades. Todos los detenidos fueron fusilados a los pocos días por los sublevados franquistas acusados de rebelión militar.

En el pueblo de Cee, partido judicial de Corcubión, a la caída del río Tambre y a la sombra del Pindo, el monte sagrado de Galicia, fue liquidado a tiros el encargado de la empresa de autobuses. Antonio Guillén. Cee es un pueblecito encantador de pescadores y labriegos. Y tenía además, una fábrica de carburo en la que trabajaban varios centenares de obreros, pertenecientes al Partido Socialista Obrero Español y a la Unión General de Trabajadores.

También al estallar la guerra la empresa Guillen reunió todos sus vehículos y los puso al servicio de la Falange Española, para que realizaran en Cee una “Incursión punitiva” que dio por resultado muchos muertos, fusilados con juicios los unos y “paseados” los otros.

En Mesía, pueblecito del distrito de Carballo, fue, igualmente muerto a tiros el ex alcalde Antonio Mosquera. Al proclamarse la República hubo en Mesía una pequeña revolución popular sin efusión de sangre; perdieron el dominio allí los viejos caciques que se habían enriquecido en tiempos de la monarquía, comprando bienes del clero en los tiempos de Mendizábal; la justicia, las obras públicas, el Municipio y los tributos habían caído en sus manos y lo administraban todo con criterio feudal, entre sus paniaguados . La República barrió con ellos. Pero, al producirse la Guerra Civil, volvieron a recuperarlo todo, después de haberse cometido en aquella comarca hechos espeluznantes. Antonio Mosquera fue el primer alcalde de la insurrección, separado más tarde de su cargo por haber utilizado en provecho personal –sin dar parte a los otros– los frutos del “glorioso movimiento”.

Tales las víctimas de los sucesos de La Coruña, que destaca la información de ayer de la U. P., publicada en la sección cables “de La Hora”. Y tal es el lugar y las circunstancias del tiempo y paisaje y condición humana que las rodean, según nuestro directo conocimiento.


¿BANDIDOS?

Habla la información que comentamos de una “banda de atracadores”, o bandoleros, que obraría de acuerdo en puntos que distan entre sí más de trescientos kilómetros. Pero agrega que “ciertos observadores” suponen “motivos políticos” como móvil de tales hechos que tienen alarmada a toda la provincia que equivocadamente llaman ‘El Caudillo’ porque en una de sus ciudades –El Ferrol– nació en General Francisco Franco Bahamonde.

Por nuestra parte no vacilamos en inclinarnos del lado de los agudos “observadores”. Véase el por qué. A Coruña, ciudad capital de la provincia del mismo nombre, hermana mayor de las otras tres que forman Galicia: Ourense, Lugo y Pontevedra, tiene una tradición heroica, liberal, republicana y verticalmente independentista. Una mujer María Pita, la defendió de las furias de Drake; otra mujer, Juana de Vega, Condesa de Espoz y Mina, aya de Isabel II, hizo de su casa asilo de la libertad contra el absolutismo de Fernando VII y de los carlistas; frente a los cien mil hijos de San Luis, resistió A Coruña, sitiada por los cuatro costados, protegió la insurrección contra el dictador Narváez y coronó poeta a Curros Enríquez, cuando tenía encima una condena “por escarnio al dogma”. Caída la primera República, A Coruña, que fuera su mejor sostén, tuvo ayuntamiento republicano durante 27 años. Su palacio Municipal es el único de toda España que no tiene ni tuvo antes corona real ni flores de lis.

Al proclamarse la Segunda República, A Coruña fue un baluarte del régimen; de los 17 diputados que le corresponden por su censo electoral, 14 eran republicanos. Al estallar la guerra civil cayó en poder de los insurrectos franquistas, por causas políticas y militares que no es del caso examinar aquí. Dos generales, un almirante, cien médicos, más de 200 abogados y 15 mil obreros, marineros y campesinos, fueron fusilados allí por haber defendido la República. En el primer grupo cayeron el Gobernador Pérez Carballo, abogado; y su esposa de 24 años, doctora en Filosofía, fue asesinada después; el Alcalde Suárez Ferrín, comerciante; el Diputado Manuel Guzmán, millonario; el secretario del Ayuntamiento Martín Martínez, profesor y abogado; Mazariegos, banquero y así sucesivamente, sin contar los líderes políticos, sindicales y los generales Caridad Pita y Salcedo con el almirante Azarola, ejecutados en el Castillo de San Antón, donde en la época del terror Fernandino, fueron ultimados el general Porlier y Sinforiano López, diputado a las Cortes de Cádiz.

Esta es una brevísima semblanza política de A Coruña en la que, a nuestro juicio debe buscarse la entraña, la médula y la raíz, de los hechos a que venimos refiriéndonos, dados a conocer por la United Press.

¿Bandidos? Tuvo uno famoso A Coruña: Toribio Mamed Casanova, natural de Ortigueira, que anduvo en romances de ciegos y papeles de ferias y romerías a comienzos del siglo. Mató siete guardias civiles, dio gran susto a ricachos desprevenidos, y ayudó, en sus faenas, a carreteros y campesinos. Estuvo condenado a muerte tres veces y las tres salvó la pelleja; penó veinte años en Ceuta y murió, hace poco, estando ya libre, como un pacífico vecino del relleno y de los Cantones en la hermosa ciudad de A Coruña.

¿Qué allí nació el Generalísimo? Cierto. Pero también nacieron Pablo Iglesias, jefe del Socialismo español; Concepción Arenal, la insigne penalista, Rosalía de Castro, Eduardo Pondal, altísimos poetas; José Canalejas el gran liberal; Novoa Santos el Gran Médico republicano, con cien sabios más de Compostela: Valle Incián y Fray Pedro, el autor de la “Salve Regina Mater”.

Viejo cantil noroestano, con los cabos Finisterre y Ortega y su fenicia torre de Hércules sobre el Atlántico, es el estribo de la Europa atormentada hacía esta América, que grita su angustia como puede; con oraciones o con versos, con gestos de martirio y otras veces con ruido de tiros de pistolas. Según el medio de que pueda disponer.


(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile, o 12 de xaneiro de ... 1947)
(Tamén aparece na antoloxía de LA FERIA DEL MUNDO, páxinas 261-264, editado polo CCG no ano 2008)

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