viernes, 30 de marzo de 2012

Verrseadas...


VERSEADAS...



De cuantas  joyas hay en el Serrallo,
hay una que se llama doña Estrella
joven esbelta, placentera y bella
que, realmente, fulgura como el rayo...

Trabaja todo el día sin desmayo
y todos quieren compartir con ella...
y dejar una profunda mella
en la fruta que esconde bajo el sayo

Las cosas que le hacen, no me dice
Las cosas que me dice, yo me callo,
y no las dice, dice,  pá que no me erice.

Voy a ensillar mi caballo bayo
y a olvidar aquello que le hice...
bien lejos de donde agora  me hallo.
.

(Cuando Sande lo leyó, dijo: ¡Carallo!
Y Pelouro: Es un puetón “inminente”…
y el resto de la gente:
“¡É un  pedazo e caballo!”)

¡Pero yo… no hago caso,
sigo empeñado en mis trece!
Ni la loa me envanece
ni el improperio me amarga,
voy soportando esa carga…
lo mejor que me parece…

¡Y si algo me estremece,
no es el rebuzno  del burro
ni el aplauso del cazurro…
Lo escrito por mi mano,
como el grito de un anciano
es apenas un susurro.

¡Lo que de veras, me importa
es pasar el “entretanto”
y que entre uno y otro canto
llegue a la apoteosis
de ver que muchas neurosis
son curadas de su espanto!





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