lunes, 25 de noviembre de 2013

QUISICOSAS...




Una vez me eramoré
de una cabaretera...
no era una mujer cualquiera,
pero tanto amé a la mina
que un  día al doblar la esquina
se me fue con un linyera...

Calentito le grité:
¡Andate, zorra, al infierno!
y ella, de un modo tierno
y ensoñadora voz
dijo;
Aguanta, viejo, esa coz
y cuida bien de ese cuerno!


O’Xan

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