lunes, 2 de diciembre de 2013




ONOFRILLO,
HIJO DE ONOFRE.



Ahí lo tienen al fugado,
triste, abatido, lloroso...
Le vio las fauces al oso,
jugó con los vendavales
 y le ladró a la luna...
Tuvo la inmensa fortuna
de evitar mayores males
y regresar a su cuna...

Llegó con mil arañazos,
pùlgas, garrapatas, piojos...
las pupilas de sus ojos,
antes lúcidas y vivas,
agora estaban cautivas
entre legañas y abrojos...

Lo lavamos, lo curamos,
le extirpamos las espinas
y a base de aspirinas,
ungüentos y cataplasmas
combatimos los fantasmas
de su cabeza en ruinas...


Lo llamaron sus ancestros
 y cual cabra tiró al monte...
quiso otear l’horizonte
desde empinadas montañas
y trepando altas cucañas,
lo recató Xandaponte.

Agora espera impaciente,
cabizbajo, arrepentido
a que alguien le de sentido
a su vidorra de esclavo
y no le digan más “nabo”
por perro haber querer sido.

O’Xan


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