ONOFRILLO,
HIJO DE ONOFRE.
Ahí lo tienen al fugado,
triste, abatido, lloroso...
Le vio las fauces al oso,
jugó con los vendavales
y
le ladró a la luna...
Tuvo la inmensa fortuna
de evitar mayores males
y regresar a su cuna...
Llegó con mil arañazos,
pùlgas, garrapatas, piojos...
las pupilas de sus ojos,
antes lúcidas y vivas,
agora estaban cautivas
entre legañas y abrojos...
Lo lavamos, lo curamos,
le extirpamos las espinas
y a base de aspirinas,
ungüentos y cataplasmas
combatimos los fantasmas
de su cabeza en ruinas...
Lo llamaron sus ancestros
y
cual cabra tiró al monte...
quiso otear l’horizonte
desde empinadas montañas
y trepando altas cucañas,
lo recató Xandaponte.
Agora espera impaciente,
cabizbajo, arrepentido
a que alguien le de sentido
a su vidorra de esclavo
y no le digan más “nabo”
por perro haber querer sido.
O’Xan
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