NAVIDAD.
¡Somos insaciables!
Estamos discutiendo con más voraz apetito del que tendría un hambriento, a la vista de un pan tierno... lo que ya hace muchos siglos, discutían los tatarabuelos de nuestros idem:
Qué si Dios só, que si Dios no... que si Navidad si... que si no...
¿Qué si que sí, que sí que no... que a la Parrala le gusta el vino.... qué no qué no, qué sólo bebe para olvidar...
.¡Una cascarria, oiga!
¡Pos mire!:
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Yo creo en un Dios bueno, ecuánime y perfecto y en la Santa madre Iglesia de Roma que nos perfecciona y nos guía por el camino que conduce a la vera de ese Único Dios verdadero... porque los monoteístas creemos en un mono-Dios sin competencias de otros minúsculos dioses.
A mí me satisface tener sólamente un Dios, aunque debo reconocer que me gustan más los pimientos de piquillo y para sattisfacerme preciso, por lo menos... una docena.
De una docena de pimientos de piquillo doy cuenta en una corta sentada y me levanto de la silla con ganas de comerme alguno más.
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Con una docena de dioses... no sé, pero barrunto... que cualquiera puede empacharse con más de uno.
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La Navidad... no me gusta mucho. Si no fuera por los turrones, el cava y el lechón de la Nochebuena... y algún par de calcetines que me regalan... pos que quieren que les diga... a mí... ni fu ni fa...
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Prefiriría una orgía con dieciseis núbiles doncellas rumanas, vestidas con transparentes gasas de color celeste, bailando para mí el Lago de los cisnes de Chaikovski ...
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Pero... bueno, ya se sabe...
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En esto de los gustos...
cada un es cada cual...
y hay quien prefiere una yegua...
y hay quien prefiere un bagual...
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¡A la Paz de Dios!
¡Y mañana, San Inocencio!
¡Guárdate de los corcovos!
¡No te cojan desprevenido.
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26.12.2010
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