sábado, 6 de marzo de 2010

Verseos...





Era tan bella la china,
tan esbelta, tan graciosa,
con sus andares de diosa
y su guedeja azabache,
que de Durazno hasta el Pache
no había más linda moza.

Tras mucho arrastrarle el ala,
una tarde me dió cita
en el camino ´e la ermita,
junto al tajamar de Almada,
y allí la topé, sentada,
junto al viejo eremita.

La palabra de mujer
es como vergüenza ´e perro,
ella sabía que becerro
yo no era, era toro,
con la pacencia del moro
pa ver pasar un entierro.

Solo había una de dos,
casarme o matar a un cura,
y yo, gaucho de lectura,
usé una estratagema,
dije al hombre que mi lema
era… probar la fatura.

Yo, sin probar, monseñor,
no me pongo ningún traje,
ni emprendo largo viaje,
sin saber a onde voy,
y ni dos vintenes doy
por un traje en que no encaje.

Ganó, al fin, mi razón,
y me la llevé a las jaras
ande juntamos las caras
y nos mostramos los dientes
y luego, un tanto impacientes,
le enseñé a usar la tacuara.

Jueron momentos felices,
de los que salió triunfante
aquella china elegante
que me enseñó que un jinete
debe respetar su flete
con cariño y buen talante.

De aquella china aprendí
que lo primero en amor,
por encima del ardor,
es estar apercibido
pa no profanar un nido
causando daño y dolor.

Y esta fue una lición
que me dejó boquiabierto,
que más vale un acierto
que cien tiradas erradas,
y una eficaz estocada…
la puede dar… hasta un tuerto.
.
Xan
.
.

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