DON RODRIGO DE TRIANA
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Enviado el 12/20/2005 10:00:00 AM desde España
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Hace años que me ronda por la cabeza una duda de carácter histórico, que nunca pude disipar, o bien por falta de tiempo para hurgar en vuejos pergaminos o por no tener acceso, por la distancia, al Archivo de Indias en Sevilla. Se trata de lo que habrá sido de la vida de Rodrigo de Triana, una vez consumados los hechos que aquí se relatarán brevemente.
Brevemente, porque “lo breve güeno, dos veces güeno” dijo el maño Gracián, cura muy sabido. Y este aforismo, dicho o lo que sea, ya convertido en refrán popular, sirve hasta pal consumo de chorizos cantimpalo.
Veamos, dijo un ciego.
La gran Reina de Castilla, Católica e Isabel, que le afanó el Trono a Dona Xana a Beltranexa, y la mandó a la trena, esa Reina, de cofia tan ceñida y tan ceñidos principios morales que montaba con Fernando, tanto como él montaba, había dispuesto de consuno con su regio marido, que una cantidad de ducados, cuyo monto no recuerdo, sería otorgada como recompensa al primer integrante de la Expedición, que gritara ¡ Tierra ! con fundamento, claro.
Rodrigo de Triana, personaje de largos pensamientos y cortos recursos dinerarios - nunca había tenido un patacón en los bolsillos de su jubón - estaba aquel dia de vigía, encaramado en lo alto del palo mayor de su carabela, cuando ante sus ojos incrédulos, tan incrédulos como azules cobalto intenso eran, apareció un pedazo apreciable de la costa de una Isla con cocoteros, que el Jefe Cristóbal bautizaría como San Salvador y que los autóctonos, muy tímidos y desguarnecidos, denominaban Guanahani. Ansina figuraba en los carteles de bienvenida que los indígenas habían preparado para recibir a tan extraños visitantes:
¡!“Welcome to the Island of Guanahani, men of long beards !!
El caso es que Rodrigo pegó el berrido más grande de su vida, el más “jondo” y más tronante alarido sevillano, que le proporcionó seis meses de profunda afonía. ¡! TIERRA!! ¡! TIERRA ¡!. ¡ Le había tocado la Lotería !. Estaba exultante , como crío, de aquellos tiempos, con calzas nuevas. Se pegó una costalada, al bajar deslizándose por el palo, para participar de la algarabía del Descubrimiento. Ni se enteró que se había partido medio costillar.
Terminado el jolgorio con los tres sonoros ¡ hurras ¡ pronunciados por el Gran Jefe de la Flota, cada uno regresó a su faena marinera.
El “afortunado” Rodrigo, al rato, fue avisado por un grumete: "El Almirante te espera en el Puente de Mando. Acudir “ Ipso facto”. E “ipso facto” salió corriendo Rodriguillo, imaginando el fulgor de los dorados ducados que iban a llenar su desabastecida bolsa.
Y el dia se le hizo noche, repentinamente, cuando oyó a Don Cristóbal: “ Micer Rodrigo de Triana, sabed vos que anquina, el único Descubridor de estas Tierra de Catay y Cipango “Sono ío”, “Solamente ío, niente más que ío.” Por la gracia de Dios Nuestro Señor y los cartularios de mi suegro Don Félix de Perestrello, portugués y ex mareante"
Esta música, le sonó al Trianero, como la de la “Mazurca para dos muertos”
“La recompensa ofrecida por Castilla, la repartiremos como güenos aparceros, maravedí más, maravedí menos. Pero anquí, micer, el que descubrió fui YO, que pa eso mando. Ansi que elija, micer, o sentina y escabechina o la boquita muy fina...”
Triana Rodrigo de, aceptó de inmediato la oferta de boca cerrada. Tiburones de inmensas proporciones, mostraban sus aletas, cortando raudas las aguas claras de la bahía. Con su afonía y desazón, apenas alcanzó a pronunciar un sordo: Sí. señor… Ande manda Capitán, no manda marinero.
En su puñetera vida vio un vintén de la recompensa.
Todos los ducados se los quedó Cristóbal, junto con el gran Ducado de Veragua y los demás títulos anexos al de Gran Almirante de los Veintisiete mares, Gran Almirante de Castilla La Mancha, las demás Castillas y Zonas adyacentes a esas Castillas… Virrey de Indias… Adelantazgos varios… etc.
Al gran genovés, tortosino, mallorquín o lo que fuere, jamás se le olvidaba cobrar, mas tenía frágil memoria para saldar sus deudas.
Tan inmensa jué la amargura de Don Rodrigo de Triana que vertió lágrimas de sangre y vuelto a España juró no tener ningún trato en jamás de los jaramases, con ningún cristiano, ni viejo ni nuevo ni rebozado con huevo.
Y se hizo moro.
Se compró unas babuchas, pidió prestada una chilaba a un morabito de la Axarquia, y se las tomó pa la Morería, allá por la Berbería, pa la tierra de los anticristos y de los mayores enemigos del Reino de “Monta tanto Isabela como monta el Fernando”.
Dicen, dicen eh !, que el nuevo musulmán, en su ruta camino a Larache, jué arramplando de a una, como cuatro o cinco moritas, atraídas, más que por las gracias del galán, por los colores de los tintes andaluces de la chilaba del morabito.
¡ Andá a saber ¡
Y anquí es ande mis galgos. pierden el rastro de Don Rodrigo de Triana, el dueño de los ojos andaluces que primero vieron América.
¿ Qué se hizo de él ? ¿ Alguien sabe algo ? ¿Habrase calmado su amargura y su odio a los cristianos, con el paso del tiempo? ¿Alguien tiene conocimiento de alguno de sus descendientes, que debieron ser abundantes, teniendo en cuenta su juventud, cuando renegó y las muchas moraimas que hizo suyas, camino a Larache?
A partir de aquí, la penumbra invade la vida de este personaje. Y la muerte.
Incluso he llegado a preguntarme, dada mi fijación con las avestruces : La Polola del Morrazo, ¿ no será descendiente directo de este señor. Me baso solamente, en similitudes muy sugerentes. Amargau, defraudau, frustrao, resentido, enrabietau, renegau… y tontarras. Porque lo que hizo Rodrigo, a mi modo de ver, jué una majadería. Irse tan lejos a vivir y en una cabila de beduinos… ¡cuando Sevilla tiene un color especial…! Y la pinta de beduino del Pollo del Morrazo me induce a creer en un posible parentesco con el andaluz de Triana. Y su devoción por el baile flamenco…
* Nota de la Redacción:
Esta última parte de este “romántico” artículo, fue agregada con el único objeto de que se cumpla la Profecía de la Bruja Lola: de que ningún escrito del Autor, dejará nunca de mencionar, para bien o para mal, a su amable Tia Polola.
¡Laus Deo !
Xan
Dende San Andrés de Teixido.
(Domde vai de morto quen non foi de vivo)
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