sábado, 19 de diciembre de 2009

Carta a Dió de la Tía de la Ría...





¡Ay, Señor. cuánta ilusión me has deparado estos días!

En el fondo de mi corazón, latía la esperanza de que este momento iba a llegar, para reeconfortar los últimos años de mi ajetreada existencia.

¡La Paz ha vuelto a mi alma!

Mis Novenas y Rosarios, mis postraciones y humillaciones, soportadas con cristiana resignación, han tenido al final su premio!

¡Gracias, Dios, por tu bendita intercesión en la salvación de todos estos seres tan amados por mí!. ¡Gracias!.

Mi sobrino putativo, tras tantos ruegos a Tí dirigidos por mí ha dejado ya de tener cagarrinas. .. Se lava sus piececillos todos los días en agua tibia, no me gomita más en los pasillos y no practica más ese satanismo macabro que lo tenía al borde de la locura. ¡Agora... parece un niñito Jesús! Regordete y sano como una manzana sidrera, sin pústulas, llagas ni aviesos forúnculos en sus pudendas partes...

¡Yo no te pedía tanto, Señor! ¡Si hasta se me quiere hacer cura! ¡ Las cosas que pueden ocurrir en el ánimo de las gentes, cuando opera la mano de Dios!

Mi amigo Des Kisio, ya no blasfema ni corre tras las polleronas de livianas mujeres. El Cele está más tranquilo... No fuma ni bebe y sólo reza por los desamparados
alejados de tu Santa Iglesia, Señor. ¡Pensar que era un hereje, ateo, salteador de caminos, de vallas y muros conventauales a la caza de novicias inexpertas...!

¡Hoy va pa Santo!

¡Y la chica esa...¡ ¿cómo se llama...? ¡Ah síiii..! ¡La Pata...!
¡Qué cambio operaste en ella, Dios mío!

De ardiente rompetiestos, de culebra ponzoñosa.. siempre invitando a manzana.... de mujer tronera... ha pasado, Señor, a ser como una carmelita descalza, sólo pendiente de mitigar desgracias ajenas, con superbas donaciones y estímulos para todos los desheredados del Mundo. Me hace acordar a la Trotaconventos, aquella Santa de Ávila, siempre alumbrada y deslumbrada en sus accesos místicos, por tu fulgurante amor... mi Dios...!

En fin, mi Señor, que ya puedo vivir con la serena calma que mi alma me reclamaba. Ya puedo volver a mis tricotas y mis puntos de cruz, a mis crucigramas y a mis chralas profanas con el Cele... mi amigo.

Gracias a tu divina misericordia.

En mis plegarias vespertinas prenavideñas, entonaré mis cánticos en favor de estos desamparados “animaliotos de Dió” que sólo tu sabes porqué los tajiste a este Mundo: El Bombero Apagapuchos, el Pollo ciruja y algunos otros que por ahí se desparramas, sinm tu amparo y tu amor.

La Tía de la Ría.

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