El mismo perro...
En otros tiempos las cosas eran más simples.
El ser humano trata de ponerse a si mismo las cosas más difíciles y más enrevesadas y hace piruetas con el idioma pretendiendo dulcificar su vida y la de los demás, lo que es en cierto modo, muy plausible. Ha tratado y trata de eliminar por todos los medios, todo aquello que sea peyorativo para un individuo o un colectivo de su avanzada sociedad.
En tiempos arcaicos, se llamaba “barrendero” o “basurero” al que barría las calles y recogía los desperdicios desparramados, por la incuria de los transeúntes. En Francia se los denomina “agentes de Higiene Ambiental de Superficie Horizontal”.
El Gobierno francés no les subió los sueldos a esos funcionarios, pero alguno de ellos ha manifestado sentirse muy reconfortado por esa denominación y que duerme más plácidamente, con el nuevo título que ahora ostenta. Se queja, eso sí, de que las basurasm cada vez son más hediondas.
En los arcaicos tiempos supradichos, había dentistas... ¡Desaparecieron!
Hoy tenemos estomatólogos y odontólogos. Son términos más técnicos y más científicos... aunquer siguen existiendo algunos desfasados que siguen yendo al dentista. Decir "estomatólogo"
les produce acidez de estómago.
Había callistas.
Eran los que te sacaban los callos de la planta de los pies y te vigilaban los juanetes. Hoy son podólogos. Nada de pedicuros...
tiene connotaciones escatológicas...
Con estos callistas se hizo justicia. Lo de callista, por asociación de ideas, nos llevaba a recordar los callos con garbanzos a la madrileña, cargados de pimentón rojo de Murcia... y efectivamente, tal denominación iba en menoscabo de las habilidades que esta gente demuestra con el bisturí en una mano y la escofina en la otra.
Muchas palabras referidas a oficios han perdido su rancio significado. Ya no hay albañiles. Son aprendices, oficiales o capataces de la Construcción en Altura. Las casas de planta baja apenas se fabrican y sólo para la clase alta. Los de clase baja, ya se sabe que viven en esos altos colmenares de ladrillo rojo de los suburbios.
Francia que es la cuna del “bon vivre”, dice mi primo de Bembibre, que es la responsable de la idea de construir esos columbarios - el les dice “quilombarios”- para alojar a los miles de argelinos que, tras lograr su independencia, se vinieron en mesnadas a las Galias.
En España, cundió la idea, para alojar a las mesnadas de turistas franceses, ingleses y alemanes, a los que les gusta la tortilla de patatas y el cante jondo.
Mucho se habla del Sol y las playas de España... Sin embargo, nadie se ha atevido a declarar públicamente, que la motivación fundamental de todo el “boom” turístico español, ha sido y sigue siendo la tortilla de patatas con o sin cebolla.
A los cocineros, estilo abuelita, que fabrican millones de tortillas todos los veranos, como es natural, ya no se les llama “tortilleros” o “tortilleras". Con esta gente también se hizo justicia. Ahora se llaman:
“Gestores culinarios técnicos en patatoes ibéricas”.
Y mientras haya tortilla de patatas... España... irá bien, siempre que para el aperitivo tengamos ostras de Arcade.
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Dotó Des Kisio
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