Leila es una joven venezolana que escribe libros con letras, radicada en el Uruguay, donde aprendió la Técnica de la cebadura del Mate, en cuyos menesteres se licenció, lo mismo que en Letras y Ciencias de la Información de los Medios de Comunicación... o viceversa... ¿Tá ?
Vive en el pináculo de una montañita de yerba mate, rodeada de agua tibia de donde la avidez de esa agua que la circunda extrae, en virtud de los poderes que le son dados a la Osmótica, ese olor y sabor tan característico y adictivo para los consumidores de esta tradicional infusión.
Desde lo alto de esa montañita, Leila observa con un poderoso telescopio, las costumbres, tics, gestos, gesticulaciones, guiñadas y revolcones de los uruguayos.. Y lo peor no es que los descubra.
Va y lo cuenta en un libro lleno de letras con más de 180 páginas, publicado por la Editorial Sudamericana.
Y aún va más allá. Publicita el libro en Redota.... y... ¡ lo de costumbre! ¡Se armó la marimorena...!
El malhumor uruguayo no aguanta el buehumor venezolano.
El uruguayo tose... pero no quiere darse cuenta de que está resfriado. Leila se lo dice y eso sí que es peor que la destrucción, con armas masivas, de la Embajada uruguaya en Osetia del Norte.
Leila es natural de Caracas.. No es un privilegio especial ser caraqueño. Algunos venezolanos no lo son, igual que algunos uruguayos no son montevideanos. Lo que es seguro de todas, todas, es que ningún montevideano será en su pita vida caraqueño. Y Leila, por más integrada que se sienta en el Uruguay, jamás podrá ser uruguaya. Menos ahora, tras la publicación de su libro.
El Fundamentalismo Uruguayo, siempre “atento a los atentados” perpetrados contra la Soberanía Nacional y las cristianas costumbres cisplatinas, actuará contra la autora de ese risueño y burlesco panfleto, como lo hizo el Fundamentalismo Islámico, contra el caricaturista Lais Vilks, o el escritor Salman Rushdie. Será perseguida hasta su extinción total, sin que ni el propio chaparro Chaves le valga...
No perdamos de vista a la infractora. Decíamos que era caraqueña. No caraquense, caraquesa ni caraculo, como algunos trastornados patriotas, han dado en llamara. ¡Caraqueña!.
Es inaceptable que nuestra superior Cultura, se vea menguada por las infantiles iras de cuatro filisteos malhumorados y de masa cerebral pauperizada.
Leila escribió un libro, lo que muchos hombres y mujeres de este ancho Mundo, uruguayos o no, venezolanos o no, mandos o normandos, ruegos o noruegos o vicias o novicias, han podido lograr.
Muchos hombres y mujeres, de ambos Conos y Hemisferios, han podido, en íntima coyunda, tener un hijo. Han podido, individualmente, o en no tan íntima coyunda, plantar un árbol... Pero ¿escribir un libro...? ¡Con los dedos de una mano se cuentan... cinco! hermano...!
Pasa que no todo el mundo es licenciado en Letras.
Algunos se piensan que aprendidas las 29 letras del Alfabeto español, incluidas las dos digráficas, ya están Licenciados en Letras... ya son Letrados...
¡Pos no!
Con esas letras hay mucho que trabajar. Hay que estudiar y para eso están las Universisdades que son las que tienen facultades para poder enseñarnos. Ahí se estudia Analogía, Prosodia, Sintaxis, (lo del chiste Sin taxis los viernes... no v a.... ¡eh..!.) y Ortografía y luego Morfología, fonemas, monemas, morfemas y la Biblia Vieja... en verso. Y Semántica y Etimología y Hermenéutica, Dialectología, Semiótica, Fonología, Pragmática lingüistica... y la mar en coche... tirado por caballos zainos.
Cuando se estudia eso... y mucho más y pasas trescientos o cuatrocientos exámenes y los apruebas, te dan el Título de Licenciado en Letras del Alfabeto. No es una nonada... no se crean...
Pues la Leila caraqueña pasó por todo esto. Aprendió las letras... hasta con las patas pa arriba y sabe mejor que nadie por que las íes llevan el punto arriba y no abajo. Por eso pudo escribir libros, entre ellos el titulado de forma tan paradojal “Lamentablemente estamos bien” que ha causado efectos epilépticos en algunos ciudadanos redoteros, afrectos a la tan cacareada Libertad de Expresión.
Millán Astray, inválido de guerra, ojituerto y paticojo, militar de lanza en ristre y cabeza descerebelada, expulsó de sus vísceras, en ocasión muy trágica para España y en presencia de Don Miguel de Unamuno, Rector de la Universidad de Salamanca, aquella famosa
incongruencia, que muchos festejaron:
¡Muera la inteligencia!
¡Así va el Mundo!
Yo me limito a concluir con unas rosas para Leila.
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Xandaponte
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