Esta otra anécdota, también es tan Real como la Real Academia de Los Lenguaraces.
Estaba yo, un lunes, recostado a otro tronco de otro pino, tomando otro mate, cuando vide aparecer por los bajíos, un hombretón de buenas proporciones, acompañado por un soberbio garrote de quebracho colorado...
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- ¡Buenos días! me dijo.
¿Es usted el señor Xandaponte?
- ¡Bueno... depende...!- contesté, un poco amoscado. Los lunes y martes: No. Los miércoles... un ratito a mediodía. Los demás días de la semana... sí que soy Xandaponte.
-¡Qué lástima! – masculló el hombre -
¿Sabe usted? Yo venía a darle unos garrotazos, pero si usted, lunes y martes no es... yo los demás días no puedo venir. Tengo gimnasia.
- ¡Bueno... no se amohíne usted, hombre...! Podemos fijar una fecha para encontrarnos.
¿Usted tiene mucha prisa para pegarme esos garrotazos...?
- ¡No... No...! ¡Ninguna prisa!
- ¡Entonces no hay problema! ¿Qué le parece el Jueves Santo?
- ¡Pues mire... la verdad... que yo no sé como vamos a hacer...!
- Y yo tampoco. Con usted... da gusto. Me da todas las facilidades...
soy yo el que está medio entreverado...
- - Dígame... y usted... ¿tiene fecha para que yo le devuelva esos garrotazos...?
- ¡Y si lo dejamos hasta que maduren los higos?
- ¡ Esa es la solución más adecuada! Lo felicito por la transparencia de sus ideas...!
- ¡Hablando se entiende la gente de bien! ¿No?
- ¡Muy cierto, señor! Perdone las molestias y buenos días.
- ¡Con Dios... buen hombre!
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Lo observé de reojo, como con paso resuelto, se dirigió al loquicomio y pensé que quizá, ese mismo camino, era el que yo debería tomar.
- Sin embargo, consideré que sería mucho más coherente, de mi parte, esperar al menos... hasta el miércoles…
Y tiré el pucho de chala al río... cuando a mi lado tenía bruto cenicero.
...
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