¿Dónde están los chones,
matarile, rile, rile...
¡No! No están en el fondo del mar. Están agazapados en sus
respectivos caños, a la espera del cambio climático.
Onofre de Maracaibo, aburrido de las brumas bretonas, está tratando de invadir el territorio español y tras cruzar los Pirineos,
con bagajes y equipajes, presentarse en la Malagueta, para darle una mano a Valentín, que está malito el pobre, dende que el moro Ahmed
volvió a su Marraquech natal.
El Onofre se despidió a mamporrazos, haciendo caso omiso de la esmerada educación mamada en su casa de la pradera, por parte de sus linajudos "descendientes". Cerró carpetas, increpó hasta al sumsumcorda... y se esfumó en medio de sus puntos suspensorios...
No hay cuidado. Volverá. Siempre los gamberros vuelven al lugar de sus gamberradas.
Y volverá con acento andaluz, cantando sevillanas y escalando en las nocturnidades los muros de los conventos de las novicias ursulinas, con sus neurasténicos propósitos de darles sus paternales consejos.
Valentín está muy afectado por la Crisis.
Escasean las butifarras. Sube el euro... y tan alto que se le hace imposible alcanzar alguno. Está buscando clientes para venderles
los pasajes de regreso a Verdisol, en su cayuco.
El Pollo está sumido en una cruel modorra. No reacciona. Ni Peluffo, ni Scaldafusta, ni Esmeraldejo Tupinambé, le sirven para darle vida.
Nadie sabe que va a ser de ellos.
No hay Constitución que los salve...
¿Conmiseración por los chones?
¡No!
Son demasiado perversos.
...
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