Plaza de Galicia.
Ese meteorito que se ve a la izquierda, jué el que al caer, le melló el unicornio al Pollo Zebollas. El gallego que lo sacó de abajo de esa mole hecho molécula, le dijo, reculando: ¡Menos mal que existe Orozco. El corno te salvó...!
El Pollo, con santa resignación, exclamó:
¡No hay cuerno que por bien no venga!
¡Cosas verdes escritas en las paredes,
dijo el Padre Nicomedes...!
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