Era bataraza. En cuanto vió un nido de tero abandonado, rodeado de abrojos por todas partes, menos por una llamada istmo, se dispuso a poner su primer huevo. Le salió pequeñín y extremadamente ovalado y flojo de cascarón, pero igual se quedó contenta y tras su alegre cacareo propalando a los cuatro vientos su alumbnramiento, tomó la firme decisión de empollarlo como si fuera el único huevo del Mundo y convertirlo en un gran huevo.
En la fecha de rigor, nació el Pollo. Uu pollito batarazo
que suscitó un triste comentario de la mamá gallina:
¡Pobre hijo, más que batarazo, me ha salido
baratazo! ¡Nadie va a dar un penique por él. Se precisan dos docenas para hacer una tortilla!
La premonición de la madre gallina, lamentablemente, se cumplió.
El pollito fue como la falsa moneda que de mano en mano va y ninguno se la queda.
Martín Moralêjo
con acento ^.
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