Pelouro
Recuerdos de mi mamá...
Mi mamá, cuando yo era muy pequeñajo, se fue de casa con un bombero de Vilanova y la Geltrú, que era tartamudo.
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Mi padre se enfadó mucho, cuando a las tres semanas, se enteró de que mi mamá no estaba en casa y que se había fugado con un petimetre de tres al cuarto, que no tenía ni donde caerse muerto.
Entonces fue cuando se hizo Alcalde de Saretela.
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Le gustó tanto ese oficio... que ya lleva doce años en el cargo... y tan pancho. Dice que es un gran sacrificio eso de la Alcaldía, pero que alguien tiene que velar por el bienestar de la población de Chacón de Saretela.
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MI mamá era soprano y concertista de piano. La recuerdo como una mujer rubia, muy bella y cariñosa, que se pasaba cantando la donna è mobile qual piuma al vento, muta d' accento - e di pensier. Sempre un' amabile leggiadro viso, qual piuma al vento... y así seguía siempre, canta que canta, hasta las diez de la noche...en que venía mi padre.
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También cantaba rancheras mejicanas y alboradas de Veiga.
Ella había actuado en la Scala de Milán, en La Fenice, en el Liceo, el Solís, el Colón, en Torroella de Mongrí y Torrejón de Ardoz, además de otros lugares de menor consideración.
Precisamente, mi padre la conoció en un lugar de menor consideración.
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Yo, siempre eché de menos a mi mamá.
Los pocos recuerdos que de ella conservo, me son muy gratos.
No me olvidaré nunca, de una vez que ella estaba cantando la cucaracha, la cucaracha, ta no puede caminar, porque le faltan, porque le faltan, las dos patitas de atrás.... y yo le dije:
¡Mamá, pisss!
Y ella: La cucarach, la cucaracha, ya no puede caminar... etc. Y yo, nuevamente:
¡Mamá, pisss!
Y ella, vuelta con: La cucaracha, la cucaracha... etc.
Con los años, pobre mama, me he dado cuenta de que ella creía que le decía: ¡Mamá, bisss! como tantas veces le reclamaban en los grandes escenarios del Mundo.
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Mi padre no movió un dedo para tratar de recuperar a su mujer y madre de su hijo. Me dice que cuando cumpla los dieciocho, me va a dar todas las explicaciones del caso. Entre tanto y desde que tengo uso de razón, siempre lo he tratado con despreciable desdén.
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Lo único que le agradezco es que me deja vivir mi vida, sin entrometerse en la mía y nunca nada le pido, porque nada hay que pedirle a quien se ha dejado birlar tan hermosa mujer... a quien te ha birlado tan bellas canciones mejicanas y alboradas de Veiga...
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Lo demás que he perdido... no lo sé. Nunca ha sido mío. Nunca lo he tenido, por lo que la pérdida no es tan dolorosa.
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Pelouro.
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