domingo, 16 de marzo de 2008

¡ Ay... esos chones...

Mi paranoia y yo.

Mi paranoia es como un cactus de esos que pinchan si uno los toca.

Ayer salí con mi paranoia de paseo. Fuimos al Parque Rodó.

Primero la subí a una hamaca.Ella me pedía que la empujara más fuerte cada vez. Al rato se aburrió y mer pidió que la llevara a la calesita.

Le compré unos churros con dulce de leche y se tranquilizó.

Luego la llevé al gusano loco porque me recordaba mi propia infancia.

Me puse nostálgico y me parecía que se burló de mi pero yo no le hice caso y seguí recordando los barquillos y los chupetines que acostumbraba comer cuando era niño.

Pasó un policía con bigote fino y mi paranoia se asustó.

Para distraerla le compré un boleto de la montaña rusa.

Mi paranoia se volvió a asustar pero este último susto le gustó.

Sentía el fuerte latir de su corazón.

Porque no sé si lo saben, pero mi paranoia tiene un gran corazón.

Ulad

(Debuxo e létera)

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