Mi paranoia es como un cactus de esos que pinchan si uno los toca.
Ayer salí con mi paranoia de paseo. Fuimos al Parque Rodó.
Primero la subí a una hamaca.Ella me pedía que la empujara más fuerte cada vez. Al rato se aburrió y mer pidió que la llevara a la calesita.
Le compré unos churros con dulce de leche y se tranquilizó.
Luego la llevé al gusano loco porque me recordaba mi propia infancia.
Me puse nostálgico y me parecía que se burló de mi pero yo no le hice caso y seguí recordando los barquillos y los chupetines que acostumbraba comer cuando era niño.
Pasó un policía con bigote fino y mi paranoia se asustó.
Para distraerla le compré un boleto de la montaña rusa.
Mi paranoia se volvió a asustar pero este último susto le gustó.
Sentía el fuerte latir de su corazón.
Porque no sé si lo saben, pero mi paranoia tiene un gran corazón.
Ulad
(Debuxo e létera)
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