martes, 25 de marzo de 2008

O Prensador - Reflexións e refraccións...

Reflexións e refraccións…
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Pues mire usted… No es que me tenga a más o a menos, pero todavía nadie, me ha considerado un sujeto digno de estudio. Vale decir que, aparentemente, soy un tipo normal… lo que equivale a decir, mal que me pese, es que soy una medianía en todos los sentidos, ascendente, descendente, sentido del humor, del tacto, del oído y del mal llamado sentido común que pareciera patrimonio de toda la Humanidad, por eso de común y resulta que no se halla por ningún lado…
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Dicen que uno, no es como se ve, sino como lo ven los demás.
He podido comprobar que es cierto, a juzgar por el culto que gran parte de la población se rinde a si misma y por la majestuosidad de trato que observan con algunos, sólo algunos, de sus semejantes más des-semejantes.
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Yo me miro… y me veo pelado, miope… flaco…¡ Bueno…! Un momento…
Tampoco estoy dispuesto a mi propio asesinato, en nombre de mi sinceridad.
También tengo mis virtudes. Y debo proclamarlas imparcialmente, a todos los cuatro o cinco vientos, según es uso y costumbre en nuestra época y más en
este lugar remoto.
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Esas supuestas virtudes mías, se derivan, aunque les parezca extraño, de mis defectos antes confesados.
Helas aquí:
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No soy tan desgarbadamente flaco que dé vergüenza.
Mi miopía puede competir ventajosamente, con los más avezados miopes. Y lo del pelo… lo llevo como alto signo de distinción por considerar que me encuentro en el más avanzado estadio de la Evolución humana. Los peludos… lo siento peludos, están más próximos a su abuelo chimpancé.
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Y tengo otra virtud… ¿ Quién no la tiene…?
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Soy poseedor de un tierno y gran corazón. Esto, de si mismo, nadie lo pone en duda. Es como en las familias españolas el bisabuelo Marqués. Podrás tener un minúsculo hígado, riñón o bazo… pero corazón… todo el mundo lo tiene enorme, lustroso, tierno… sensible…
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Y tengo un gran consuelo, gracias a una frase cazada en mi más lejana juventud, que siempre me ha tranquilizado:
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“A todos nos molesta, a veces, ser como somos. Pero nos consolamos pensando… que peor sería ser como otro cualquiera”. (Noel Clarasó).
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O Xan
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