(Foto Pelouro)
Papeles viejos…galegos.
(Fai cincuenta anos…fai.)
.¿Vulgaridad?
“Vulgaridad es simplemente la forma de comportarse los demás”
(Oscar Wilde)
Ya allá en mis valles, comprendí que la “vulgaridad” de mi paisano, el labriego galego… no era tan “vulgar”. Y no sólo no es tan “vulgar”, sino que siempre, me pareció entrever en sus formas y ademanes, remotas etiquetas cortesanas de los primeros siglos de nuestra Historia, miraculosamente conservadas.
Parece ser que nuestra forma inicial de Gobierno ha sido el Matriarcado. Cada hogar era un Reino, donde el ejemplo de la Reina Lupa, de la que mucho se habla y poco se sabe, soberana omnímoda del País, se manifestaba en la dueña de la casa.
Conociendo una pizca la Histora de nuestra tierra, buceando en la oscuridad de aquellos siglos y conociendo a nuestro paisano “labrego”, tan poco sofisticado y tan reticente a las corrientes “modernistas”, siempre encapuchado bajo su capa de paja, se puede llegar sin gran esfuerzo, a establecer algunos paralelos – Hombre- Historia, venciendo las penumbras propias de la desmemoria secular.
Y quiero decir, desafiando a todos los tópicos creados por el “ingenio” de tantos furcios y furcias, que ese "labrego" es un individuo, magníficamente educado. Su educación es un don connatural, que manifiesta y patentiza en todos sus actos.. Es, naturalmente, educado. No es afectado ni efectista. No es un educado de salón de recepciones. En los linoleados salones, el hombre habituado a pisar terrones con sus pesados zuecos, alcanzarúa, seguramente, la horizontal con pronta facilidad.
Jamás, mi paisano galego, te saludará, sin sacarse la boina, el sombrero o la capucha y sin dejar nunca de insinuar un remedo de reverencia, entre burlona y jocosa, por la retranca que suele poner en el gesto. Una especie de:
“Te saludo como un Dios,
pero bien lo ves…
que apenas son dos...
(Fai cincuenta anos…fai.)
.¿Vulgaridad?
“Vulgaridad es simplemente la forma de comportarse los demás”
(Oscar Wilde)
Ya allá en mis valles, comprendí que la “vulgaridad” de mi paisano, el labriego galego… no era tan “vulgar”. Y no sólo no es tan “vulgar”, sino que siempre, me pareció entrever en sus formas y ademanes, remotas etiquetas cortesanas de los primeros siglos de nuestra Historia, miraculosamente conservadas.
Parece ser que nuestra forma inicial de Gobierno ha sido el Matriarcado. Cada hogar era un Reino, donde el ejemplo de la Reina Lupa, de la que mucho se habla y poco se sabe, soberana omnímoda del País, se manifestaba en la dueña de la casa.
Conociendo una pizca la Histora de nuestra tierra, buceando en la oscuridad de aquellos siglos y conociendo a nuestro paisano “labrego”, tan poco sofisticado y tan reticente a las corrientes “modernistas”, siempre encapuchado bajo su capa de paja, se puede llegar sin gran esfuerzo, a establecer algunos paralelos – Hombre- Historia, venciendo las penumbras propias de la desmemoria secular.
Y quiero decir, desafiando a todos los tópicos creados por el “ingenio” de tantos furcios y furcias, que ese "labrego" es un individuo, magníficamente educado. Su educación es un don connatural, que manifiesta y patentiza en todos sus actos.. Es, naturalmente, educado. No es afectado ni efectista. No es un educado de salón de recepciones. En los linoleados salones, el hombre habituado a pisar terrones con sus pesados zuecos, alcanzarúa, seguramente, la horizontal con pronta facilidad.
Jamás, mi paisano galego, te saludará, sin sacarse la boina, el sombrero o la capucha y sin dejar nunca de insinuar un remedo de reverencia, entre burlona y jocosa, por la retranca que suele poner en el gesto. Una especie de:
“Te saludo como un Dios,
pero bien lo ves…
que apenas son dos...
sin llegar a tres...
Nunca, mi paisano, se quedará en el medio del camino, cuando tú pases. Gentilmente, trátese de quien se trate, se retirará a un costado, dejándote del sendero la parte más seca, sin barro o lama, expedita. Al despedirse, se inclinará perceptiblemente de forma tan simpática, que diluye cualquier indicio de sumisión… ni demasiada altivez. Siempre pensé que este mi paisano, ni ante un Rey, llegaría a hacer una reverencia completa.
Este hombre es un filósofo. Tan humilde como lo ves, solamente podrás atribularlo, si le hablas en castellano. En ese caso, nacerá de inmediato, un abusmo separador entre los dos. Desconfiará de ti.
Él no habla castellano. Y sabe que si lo habla… lo hablará mal, por lo que no conversará más de lo esencialmente necesario. No polemizará en tu propio idioma. Si l0o hace sera en el suyo. No te dará lugar a que te aproveches de su ignorancia de tu lengua. Si hablas gallego, podrás comprobar con perplejidad, hasta donde puede llegar la sabiduría de un “labrego” y la brillantez e ingenio con los que salpica la conversación… Te confundirá… Te enredará con irrefutabilidades tal y como si hubiera estudiado a Santo Tomás.
Admirarás su manera de interpretar la Vida y… la Muerte.
Él, siempre trata a sus semejantes como a superiores, herencia, sospecho de muchos siglos de dominación y vasallaje forzoso. En el fondo, no siente en absoluto, ningún complejo de inferioridad y si puede – sin traicionar su proverbiual sutileza - con alguna palabra que dejaraá resbalar como al desgaire, te insinuará, haciendo grandes alarde de diplomacia, que con quien estás hablando es con: Xan de Queo, nado en Requeixo d’Abaixo, labrego con cen honras, sen ninguna perdida e non moitos poden decir outro tanto… e para mais informes… pois… vaia a miña casa… por eles… m ningún outro lado llos darán mellores...
Te obsequiará, si entras en su casa, con el mejor vino que guarde “na súa adega”
Beberá tanto como tú.
Si tú no bebes, le habrás ocasionado una seria decepción. Te preguntará qué clase de enfermedad padeces… y lo lamentará de veras… Despreciar su vino, es despreciar su amistad. Comprenderá y te hará comprender que la ciudad, al fin y a la postre, es una verdadera y deslumbrante fábrica de alfeñiques enfermizos…
¿Secuelas, rémoras… influencias vikingas?
Mi paisano labrego, es muy parco en su vida diaria. Se alimenta sobriamente:
“Calquera cousa… e unha taza de viño…”Pero sus fiestas, son verdaderas bacanales. En algunos de estos banquetes en la aldea, he llegado a probar de diez oi doce platos de distintos alimentos… Comida fuerte… y a granel… y abundante condimentación… Estas ingestas, duran de promedio ente cuatro y ocho horas… y más. Ignoro si alguno de estos mis paisanos, ha “estoupado” alguna vez.
Hay quien dice, y parece que con fundamento, que estas son costumbres heredadas de los vikingos que tuvieron este País ocupado mucho tiempo.
Nunca, mi paisano, se quedará en el medio del camino, cuando tú pases. Gentilmente, trátese de quien se trate, se retirará a un costado, dejándote del sendero la parte más seca, sin barro o lama, expedita. Al despedirse, se inclinará perceptiblemente de forma tan simpática, que diluye cualquier indicio de sumisión… ni demasiada altivez. Siempre pensé que este mi paisano, ni ante un Rey, llegaría a hacer una reverencia completa.
Este hombre es un filósofo. Tan humilde como lo ves, solamente podrás atribularlo, si le hablas en castellano. En ese caso, nacerá de inmediato, un abusmo separador entre los dos. Desconfiará de ti.
Él no habla castellano. Y sabe que si lo habla… lo hablará mal, por lo que no conversará más de lo esencialmente necesario. No polemizará en tu propio idioma. Si l0o hace sera en el suyo. No te dará lugar a que te aproveches de su ignorancia de tu lengua. Si hablas gallego, podrás comprobar con perplejidad, hasta donde puede llegar la sabiduría de un “labrego” y la brillantez e ingenio con los que salpica la conversación… Te confundirá… Te enredará con irrefutabilidades tal y como si hubiera estudiado a Santo Tomás.
Admirarás su manera de interpretar la Vida y… la Muerte.
Él, siempre trata a sus semejantes como a superiores, herencia, sospecho de muchos siglos de dominación y vasallaje forzoso. En el fondo, no siente en absoluto, ningún complejo de inferioridad y si puede – sin traicionar su proverbiual sutileza - con alguna palabra que dejaraá resbalar como al desgaire, te insinuará, haciendo grandes alarde de diplomacia, que con quien estás hablando es con: Xan de Queo, nado en Requeixo d’Abaixo, labrego con cen honras, sen ninguna perdida e non moitos poden decir outro tanto… e para mais informes… pois… vaia a miña casa… por eles… m ningún outro lado llos darán mellores...
Te obsequiará, si entras en su casa, con el mejor vino que guarde “na súa adega”
Beberá tanto como tú.
Si tú no bebes, le habrás ocasionado una seria decepción. Te preguntará qué clase de enfermedad padeces… y lo lamentará de veras… Despreciar su vino, es despreciar su amistad. Comprenderá y te hará comprender que la ciudad, al fin y a la postre, es una verdadera y deslumbrante fábrica de alfeñiques enfermizos…
¿Secuelas, rémoras… influencias vikingas?
Mi paisano labrego, es muy parco en su vida diaria. Se alimenta sobriamente:
“Calquera cousa… e unha taza de viño…”Pero sus fiestas, son verdaderas bacanales. En algunos de estos banquetes en la aldea, he llegado a probar de diez oi doce platos de distintos alimentos… Comida fuerte… y a granel… y abundante condimentación… Estas ingestas, duran de promedio ente cuatro y ocho horas… y más. Ignoro si alguno de estos mis paisanos, ha “estoupado” alguna vez.
Hay quien dice, y parece que con fundamento, que estas son costumbres heredadas de los vikingos que tuvieron este País ocupado mucho tiempo.
Nos dejaron muchas cabelleras rubias, piel tocino y ojos cielo.
Mi paisano, no te presentará a su mujer.
¿Ves cuál es la que más trabaja…? Es ella. Eso es lo que según su criterio, tú debes pensar.
Te irá mostrando, uno por uno, a todos sus hijos, al mismo tiempo que su mano callosa irá acariciando sus rubias cabezas. Estas presentaciones, hechas con sutilísima delicadeza y como al desdén, porque tú puedes no tener demasiado interés en conocer su prole, creo que son la más plena demostración de tacto social, de amor y de respeto. Parecería que uno está contemplando una escena bíblica.
Para cada hijo tendrá unas palabras, que lo derfinirán ante el forastero y que al mismo tiempo, puede ser una cariñosa reconvención o una frase alentadora, para cada uno de los niños.
Le gusta hacer resaltar en sus hijos, sus condiciones para ser “bos labregos”. Su fuerza, su destreza, su amor para con los animales. Cada niño galego, tiene desde su más tierna infancia a su cuidado, a algún cabrito, becerro, conejos… etc.
Cuando te vayas de su casa, no te olvides de saludar a toda la familia, individuo por individuo. Forman un hogar… un mundo, pero cada uno, es un mundo aparte. Así lo entienden. Excuso decir que cada miembro de la familia se habrá ganado el que tengas esa postrera deferencia con ellos. Si omitieras esa despedida, quedarían muy disgustados y tu persona dejaría de ser grata a sus ojos.
Xan da Ponte.
Mi paisano, no te presentará a su mujer.
¿Ves cuál es la que más trabaja…? Es ella. Eso es lo que según su criterio, tú debes pensar.
Te irá mostrando, uno por uno, a todos sus hijos, al mismo tiempo que su mano callosa irá acariciando sus rubias cabezas. Estas presentaciones, hechas con sutilísima delicadeza y como al desdén, porque tú puedes no tener demasiado interés en conocer su prole, creo que son la más plena demostración de tacto social, de amor y de respeto. Parecería que uno está contemplando una escena bíblica.
Para cada hijo tendrá unas palabras, que lo derfinirán ante el forastero y que al mismo tiempo, puede ser una cariñosa reconvención o una frase alentadora, para cada uno de los niños.
Le gusta hacer resaltar en sus hijos, sus condiciones para ser “bos labregos”. Su fuerza, su destreza, su amor para con los animales. Cada niño galego, tiene desde su más tierna infancia a su cuidado, a algún cabrito, becerro, conejos… etc.
Cuando te vayas de su casa, no te olvides de saludar a toda la familia, individuo por individuo. Forman un hogar… un mundo, pero cada uno, es un mundo aparte. Así lo entienden. Excuso decir que cada miembro de la familia se habrá ganado el que tengas esa postrera deferencia con ellos. Si omitieras esa despedida, quedarían muy disgustados y tu persona dejaría de ser grata a sus ojos.
Xan da Ponte.
(D'unha viaxe por Santa Margarida)
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